Se acercaba la Navidad y Kevin seguía en el internado, al cual había entrado
por ser mala influencia, empeorar en los estudios y comenzar a fumar y beber,
desde entonces le cogió un terrible odio a sus padres, bueno, no sé si llamarlo
odio, más bien diría tristeza, decepción, aunque Kevin piensa que es odio.
El internado no le ha servido para mucho porque debido a ese rencor
guardado en su interior es un niño, bueno, ahora adolescente, que se mete con
los demás y le da igual todo, y todo eso por un dolor que está ahí, clavado en
su corazón. Porque él piensa que sus padres no le quieren y nunca le quisieron,
de ahí todos sus comportamientos, saca su ira. A lo que iba, ya iba a ser
Navidad y sus padres se lo llevaban a casa durante esos días. Él, no les
dirigía una palabra, pero al resto de su familia sí, cosa que ocurrió el año anterior,
eso era un hecho que a sus padres les hacía sentir fatal, se sentían unos malos
padres por haberle internado, piensan que nunca deberían haberlo hecho, y
cuando Kevin no está, lloran, y pelean, no saben qué hacer, ya no pueden
solucionar ese rencor que tiene hacia ellos, han pensado en sacarle pero al
final decidieron que no porque pensaban que estaría igual o incluso peor que
cuando entró, así que lo único que hacen es soportarlo.
Kevin ya tiene 15 años pero tan solo con 14 ingresó en el internado,
parece poco tiempo, pero lo suficiente como para estar tan triste y
decepcionado con sus padres. Aunque a ellos todavía les quedaba una esperanza
de que su verdadero hijo, el hablador, y alegre siempre volviera a salir de sí.
Llegó el día, el 24 de diciembre por la mañana se lo llevaron a casa. En
el coche, silencio, casa, silencio. Ellos tratan de hablarle amablemente, pero
hace caso omiso, cuando llega la familia parece que sus ánimos se animan un
poco, pero no con sus padres, como el anterior año... Piden a Dios como deseo
que consiga que algo, un milagro, consiga que su hijo cambie de idea y pase la
Navidad como ellos desearían.
Kevin prefería estar solo en la habitación que anteriormente era
solamente suya y ahora utilizan para guardar otras cosas, eso entristece a
Kevin. Se pasaba las tardes que sus padres no le obligaban a ir algún sitio
hablando por whatsapp con amigos del internado y algunos de fuera que
tenía de antes, porque era bastante popular y ligaba mucho, allí dentro algo
cae, pero no hay mucho, y viendo la televisión de vez en cuando, y cuando sus
padres no se enteraban, se escapaba de casa para poder ver la calle, porque no
les iba a pedir permiso, lo tenía clarísimo. Antes Kevin contestaba a sus
padres, aunque ellos preferían eso a estar en constante silencio. Kevin tenía
la idea de que no iba a cambiar pero durante las Navidades algo pasó, no se
sabe muy bien qué. De repente un día de tarde, concretamente el día 27, viendo
la televisión encontró un canal que nunca antes había visto, un canal que le
pareció interesante. De pronto un anuncio, hablaba exactamente sobre lo que le
pasaba a él, como si le conocieran, como si estuvieran en su mente,
vigilándole. Era completamente imposible, no daba crédito, después, hablaba
sobre si quería pasarse así toda la vida o quería disfrutarla, con su familia,
portándose bien, para al fin salir de aquella “cárcel”, o así lo llamaba él y
poder hacer vida social fuera, como los demás chicos y chicas de su edad. En
ese momento se dio cuenta de todo, se dio cuenta de que con una mala conducta,
la que había tomado hasta ahora, no saldría de allí y mucho menos sería feliz,
se dio cuenta de que tenía que estudiar, tratar bien a la gente, simplemente
tenía que cambiar, pero sin dejar su personalidad atrás.
Le saltaron unas lágrimas. Y detrás otras, comenzó a llorar como un niño
pensando en todo lo que se había perdido ese año simplemente por querer hacerse
el interesante ante los demás. Ahora lo entendía todo, había madurado un
poquito. Sintió la puerta abrirse y rápidamente se secó las lágrimas que le
corrían por la cara, corrió hacia sus padres, les dio un abrazo y soltó un
suave pero verdadero “os quiero”. No podían creerse lo que estaban viendo,
comenzaron a llorar de alegría, apretaron a su hijo y le dijeron “nosotros
también te queremos hijo, siempre lo hicimos”. Tras este bonito momento
comenzaron a hablar, a hablar de todo lo que nunca habían podido hablar. Kevin
les empezó a contar como era su vida antes y después de entrar, le daba igual
que lo supieran, les contó absolutamente todo, confiaba en sus padres, les
quería. En algunas cosas no estaban para nada de acuerdo pero les dio igual,
solo querían disfrutar del momento, el mejor momento de su vida desde que Kevin
había cumplido los 13 años de edad probablemente.
Esas Navidades no pudieron ser mejores, fueron geniales, incluso
espectaculares. Tras ver la nueva conducta de su hijo le sacaron del internado
lo más rápido que pudieron y a medida que pasaban los días, semanas, incluso años,
Kevin recuperó algunas amistades, hizo nuevas, empezó a aprobar y tratar mejor
a la gente, aunque también tenía sus cosillas como cualquier adolescente, eso
sí, no dejó de ser el chico popular que siempre fue, incluso muchas más gente
le quería, era una persona a seguir. Aquellas Navidades marcaron el comienzo de
una nueva vida, la Navidad siempre trae cosas buenas, he aquí un gran ejemplo.
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