BIENVENIDA AL BLOG

Va a ser este un blog dedicado por mí a otros contenidos. Comienzo con él mi fase más pública, una participación en el mundo de la política que hasta a mí me ha resultado sorpresiva, pero que en el fondo no deja de ser más que una respuesta a ese lado más social que desde siempre he demostrado a lo largo de mi trabajo. Recién llegada al mundo de la política municipal, he de confesar mi ilusión por seguir trabajando por la ciudad que me vio nacer de una manera mucho más intensa de lo que lo he hecho durante todos estos años a través de las actividades que he ido desarrollando a lo largo de mi vida profesional.
Es diferente ver la vida desde este lado, pero también enriquecedor, a pesar de todas las dificultades con las que sé me voy a encontrar en este nuevo recorrido.
Mi decisión, trabajar por y para mi ciudad, está teniendo muy buena acogida en el amplio entorno en el que me muevo, y espero que el fruto comience a verse enseguida, junto al conseguido por el esfuerzo del resto de mis compañer@s.
Son muchas las responsabilidades que me han correspondido, pero todas directamente relacionadas. Por eso, aunque ya llevaba más de un año con el blog de "igualdad" que voy a seguir manteniendo, he decidido abrir este otro que dé cobertura al resto de áreas que van a ser de mi competencia.
Espero que resulte de interés para la ciudanía de Astorga y sus pedanías, porque a todas ellas deseo extender mis desvelos.
Gracias por vuestra visita y también, si las hubiera, por vuestras sugerencias en torno a mi trabajo.

domingo, 2 de marzo de 2014

EL GRAN ÁRBOL DE NAVIDAD. De Miguel Ángel González Amaya. 1º Premio de Relatos de Navidad "Astorga 2013". Categoría C

En un pequeño pueblo de la Sierra, todos los años y desde hace mucho tiempo, cada ocho de Diciembre se empezaba a armar un gran árbol de Navidad en la plaza del pueblo. Todos colaboraban en su decoración.
Cada persona del pueblo, rica, pobre, alta, baja, viejo, joven, gordo, flaco colocaba su adorno en el árbol para que luciera más guapo que el año anterior.
Los más sencillos, colocaban adornos simples; a los que les gustaba presumir, colocaban los adornos más grandes para llamar más la atención. Las personas más serias colocaban adornos más oscuros y los más alegres colocaban cintas y adornos de colores muy vivos.
Don Pancho era el alcalde del lugar, una persona muy buena y bondadosa querida por todos, se encargaba de revisar los adornos que la gente llevaba para evitar problemas.
“Santa”, una niña del lugar, se acerca una mañana con una bolsa de gominolas de distintos colores y muy llamativos y le dijo a Don Pancho que los pusiera en el árbol para que fuera un poco más dulce; él con una sonrisa y muy sorprendido los colocó en el gran árbol.
El toque de lujo, lo puso Doña Esperanza una señora que tenía mucho dinero, le llevó a Don Pancho una estrella muy grande y con muchas luces para que la colocara en la cima del árbol y se divisara desde muy lejos.
La gente seguía trayendo todos los días adornos: cintas, figuras, moños y poco a poco se iba llenando.
La navidad se iba acercando y Pablito un niño del pueblo iba todos los días y siempre hacia lo mismo: se acercaba al árbol, abría la mano y hacia como si dejara algo y se marchaba con una gran sonrisa, así sucesivamente hasta el último día.
Ya era el último día de colocar los adornos, “Nochebuena”. El pueblo entero se concentró a los pies del árbol (había quedado precioso).
Las más coquetas lo habían adornado con moños de moda.
Los más golosos con chuches para luego comérselas.
Los descreídos no habían puesto nada.
Los desganados lo primero que pillaron.
La señora rica lo más caro.
- Pablito, y tú ¿qué has puesto?
El niño entre risa y vergüenza le contestó:
- Yo lo mejor que tengo, un día le ofrecí mis sueños, otro el amor que tengo a mi familia, otro las ganas de hacer cosas, otro mis deseos de ser mejor y así fui dando lo mejor de mi corazón.
- iQué ridículo! - dijeron los descreídos, los desganados y los presumidos del pueblo.
Don Pancho emocionado y triste a la vez les dijo: - ¡Está visto que el pueblo no entiende el sentido de la Navidad! Muchos confunden las cosas, no se trata de adornos y regalos, sino de ofrecer a los que queremos lo mejor de nosotros, de acercarnos a la familia y a los seres queridos, de compartir con todos lo que se tiene poco o mucho, no importa.
Todos los allí concentrados se miraban entre si y empezaron a murmurar, Don Pancho continuó:
-          La Navidad tiene adornos, cosas que la representan pero no son lo fundamental. La excusa del árbol era para hacer algo entre todos y unirnos en Navidad y que cada uno pusiera lo mejor de sí. El único que realmente interpretó el mensaje fue: “Pablito y su inocencia”.

¡FELIZ NAVIDAD!


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